lunes, 17 de septiembre de 2012

EL LECHO

Ésta es la historia de El Lecho
el decía que era, el mal hecho
el Lecho se sentía equivocado
seguro en algo, fue provocado.

El Lecho ya lucía estar sentido
con el dueño estaba resentido
porque le daba mucho trabajo
este no deseaba caer tan bajo.


Al inicio fue un Lecho de rosas
cuando todo era color de rosas
las noches eran muy honrosas
y ahora sólo se veían borrosas.


Es que, luego de varias etapas
a las patas les ponían 4 tapas
presumía ya viene su destrozo
ya se deterioraba trozo a trozo.


Y el Lecho no tenía vida propia
todo por su conducta impropia
sólo era parte de su propiedad
del dueño que no tenía piedad.


El dueño era único responsable
él era un promiscuo incansable
así el Lecho le clavaría el sable
por ser él un tipo irresponsable.


Y el Lecho no tenía ni descanso
que ni podía ni decir "me canso"
y ya sufría de seguidos desfiles
de mujeres con buenos perfiles.


El Lecho fiel testigo del tiempo
debía de hacer el sobre tiempo
o él se hacía 3 viajes por noche
peor si iniciaba en medianoche.


Este duro dueño venía en racha
a veces, salía con una borracha
el lecho así quedaba maltrecho
muy parecido al viejo pertrecho.


Y por eso el Lecho estaba tenso
el trajín que él tenía era intenso
este Lecho, era un bello tálamo
que había sido hecho de álamo.


El desfile, era seguido y a diario
y el dueño ya no leía ni el diario
le pasaban chicas de toda clase
pero algunas, no tenían ni clase.


Y él con cualquiera se acostaba
y lo mejor, es que no le costaba
su vivencia, era para complacer
siempre se las hacía con placer.


El dueño para nada se cuidaba
acá sólo les daba, daba y daba
parecía tener enferma su alma
aquí fue donde perdió la calma.


El Lecho ya estaba obnubilado
el Lecho ya quería ser jubilado
y un día sus rezos fueron oídos
una noticia le llegó a sus oídos.


El dueño, contrajo la peste rosa
toda su cara, se le puso barrosa
su poca visión, era muy borrosa
por eso el Lecho le dio una rosa.


Y el dueño ya no iría más a Niza
ahora él estaba solo, ya agoniza
y ya se acabaron, los bacanales
ya nunca más, irían sus canales.


Así, el dueño terminó bajo tierra
ya no estaría más, en esta tierra
y si muere alguien se lo entierra
encima aún, que le echan tierra.


Se acabo, la memoria del Lecho
finalizó sólo por el simple hecho
de que este Lecho fue deshecho
como si fuera un pobre desecho.


            EL MANU

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